Visitar Rüdesheim am Rhein

9/10/2013 08:11:00 a. m.

Llegar a lugares que producen vino tiene algo de magia, como todas las regiones que producen algo que se transforma en bebida sagrada: café , chocolate, aceite. Pero la del vino tiene un plus adicional, y es todo lo que se desarrolla alrededor de este caldo, toda esa cultura que acompaña y que se expande hacia la gastronomía y hacia el turismo.

Una zona que produce vino como Rüdesheim am Rhein, tan rimbombante en su denominación, es una meta inexcusable en un viaje por este río de ríos, por esta bestia acaudalada de aguas poderosas que no sólo es cauce, sino refresco de vides y viñedos. Es tanto lo que se expande por sus orillas, lo que salpica a modo de estallido desde sus aguas, que este pueblo del estado de Hesse  es un buen punto de inicio , o base, para un recorrido por esta zona, y sobre todo para aprehender la cultura que genera el río y sobre todo sus viñedos.


Rüdesheim se encuentra en un énclave fundamental del Rhin, muy cerca de la desembocadura del Main, y donde se accede al Valle del "OberesMittlerhein", y a la región cultural del Rheigau. Hace ya un milenio que se cultivan viñas en esta zona y es famosa por su Risling




Cuando llegas tienes todas las sensaciones de que has llegado a lo que entiendes por Alemania: casas con techos de pizarra, los carteles de negocios hechos en hierro, las ventanas de madera. Apenas te enteras que fue reconstruída luego de la guerra te viene esa pena que te invade siempre en Alemania de no poder ver lo que fue verdaderamente y de sentir que estás en un auténtico decorado de lo que fue. Muchos de tus pasos por este país van acompañados de la trágica historia del siglo XX. Una vez que vuelves de tus pensamientos melancólicos te metes en la realidad no sólo de Rüdesheim sino de todo el valle y del Rheingau, y nada menos que de la mano de Marion Schoenherr, la guía que me acompañó en todo mi recorrido, (gracias a la gentileza de turismo de Rüdesheim)  y que me permitió tener una aproximación a la vida de la región.



Una vez que has callejeado por el pueblo, lo bueno es aprovechar la mañana para hacer el paseo Rhin Romántico y subir al teleférico que te hará sobrevolar por encima de los viñedos y rebolotear tus piececillos mientras imaginas que de esas uvas saldrán esos vinos. Desde el centro del pueblo te puedes subir a la telesilla que te llevará al parque en el que su atractivo principal es el Niederwal-Denkmal , un monumento más interesante para los alemanes que para los visitantes ya que conmemora la unificación de Alemania, pero no la última sino la posterior a la guerra franco-alemana de 1870-1871 en que se restableció el Imperio
Practicamente se puede decir que la construcción de este monumento fue un disparador al turismo de esta región, ya que eran tantos los visitantes que venían que en 1884 se inauguró un trenecillo que subía hasta allí, que luego fue reemplazado por las telesillas.





Lo más interesante de estar allí en lo alto es divisar la configuración del río, ver Rüdesheim desde lo alto y su vecina Bingen del otro lado, que por muy vecinas que sean pertenecen a dos estados diferentes. Marion me lleva a caminar entre árboles frondosos, nos detenemos en un mirador, y nos dirigimos a ver un Castillo abandonado apenas en el vértice donde el río gira hacia el norte.

El parque está muy bien dotado de zonas para tenderse e incluso para hacer barbacoas. Hay indicaciones para hacer senderismo y ciclismo. La sugerencia es dirigirnos hacia el punto de la otra telesilla que nos devolverá a nivel del Rhin , y es la que nos lleva al coqueto pueblito Assmanhausen, donde luego de tomarnos algo en el prestigioso Bar Restaurant del Krone , volvermos en barco a nuestro punto de partida.

Todo este paseo lo podemos realizar comprando la  Wanderkarte, que incluye las dos telesillas y el barco de retorno, por 13€. Si además quieres visitar el castillo, son 3€ más.

En Rüdesheim quedan muchas cosas por ver, y por experimentar. El Sigfriedsmechanisches Musikkabinett será objeto de un post particular, pero nos tenemos que referir a las delicias que hemos experimentado en este pueblo y a la gentileza de los operadores turistico-gastronómicos.

DORMIR Y COMER EN RÜDESHEIM

En este encantador pueblo practicamente todos los hoteles son establecimientos integrales, y tienen restaurant, y por lo general , bodega y su propia producción de vinos. Por lo cual, cuando elijas n alojamiento no pierdas la oportunidad de hacer la experiencia completa, ya que como además son hoteles familiares, regenteados por sus dueños, tendrás la oportunidad de charlar con ellos y de interiorizarte de la gastronomía y enología del lugar.



Tuve la suerte de comer con Marion en el restaurant Zum Grünen Kranz, con su propietario Ralf Nägler y disfrutar del vino de su propia producción. Se esmeró en encontrar un Risling afrutado, y lo combinamos con diferentes platos típicos de la región.

Entrantes a base de embutidos de la región


Espectacular la carne condimentada con mantequilla y perejil


Así viene el agua embotellada de la Fuente del Taunus

Ralf define a su negocio como que "conectamos la tradición con la innovación". En el hotel te organizan catas de vino, paseos por los viñedos y eventos especiales. También Ralf alquila bicicletas y te organizan rutas con este vehículo.
Por la noche, tenía una cita en el Hotel LindenWirt  en la famosa Drosselgasse. Tuve que cambiar el horario ya que me habían citado a cenar a las 18.30, un horario extravagante para la cena de una española. Llegué casi a las 22 horas al restaurant, de un sábado a la noche, donde había un ambientazo de baile y alegría veraniega.
Toda esta zona se convierte en un atractivo adicional para los lugareños adictos a los bailes de salón, y en varios de estos hoteles la cena se convierte en una velada de gastronomía y baile.
No pude menos que atreverme a una Wiener Schnitzel, y a una tarta de manzana con helado. Y de postre una encantadora copa de vino y charla con la propietaria del Hotel, que se merece un post en mi sección EL HOTEL DE LA SEMANA



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